Desde la caída del bloque soviético en 1990, los países bálticos se han convertido en un lugar plácido y muy interesante para los más viajeros. El turismo en Lituania se ha visto acrecentado gracias a su alto nivel de desarrollo, convirtiéndola en una de las zonas más ricas y de mayor nivel cultural e intelectual de Europa.
Ciudades urbanas, costeras y paisajes incorruptibles
Hacer turismo en Lituania es una idea maravillosa para quienes busquen tranquilidad, cultura, naturaleza y una riqueza histórica para comprender pueblos tan desconocidos y tan fascinantes como el letonio:
Una de sus grandes propuestas es su capital, Vilna, que recoge el pasado histórico del país en sus monumentos como la catedral de San Stanislaus y San Vladislav, el Museo del Genocidio o calles como Gedimino Prospektas, dedicada a tiendas de firmas elegantes. Es imprescindible visitar la Universidad renacentista fundada en 1579 de multitud de patios y ambiente estudiantil.
La segunda ciudad del país, Kauna, también recoge joyas arquitectónicas como el monasterio y la iglesia de Pazaislis, magnífico conjunto barroco; el coqueto castillo rojo del siglo XII perfectamente conservado o el curioso Museo de los Diablos con unas 3.000 figuras de este personaje.
Klaipeda ofrece un clima más suave gracias a su ubicación en la costa, motivo por el cual se le conoce como ciudad portuaria. Además, la Ciudad Vieja guarda uno de los mayores tesoros urbanísticos lituanos gracias a sus casas de piedra y madera que desde el siglo XVII al XIX han recogido una atmósfera típica de los hermanos Grimm.
Para los amantes de la naturaleza, Trakai reserva el único título europeo de Parque Natural Histórico. Esto significa que en una extensión de 153,50 km² se aúnan 72 lagos como Vilkokšnis, una ciudad medieval intacta sobre el agua y frondosos bosques preparados para realizar senderismo. Sin duda, una escapada obligada.
Existen países como los bálticos en los que la masa turística aún no ha explotado el encanto especial de sus ciudades y atractivos para el visitante. Por ello, pocas aerolíneas como Ryanair o Lufthansa vuelan desde nuestro país. Sin embargo, aquí es donde radica el turismo de Lituania: en la magia de un tiempo detenido en el pasado.